Se sabe que los cannabinoides ejercen su acción después de fijarse a receptores específicos del sistema nervioso central (ganglios basales, cerebelo, hipocampo y corteza cerebral) y en el sistema inmunitario (bazo, amígdalas, linfocitos…).
Existen pruebas de que la estimulación de los receptores cannabinoides puede producir las siguientes respuestas:
- Sensación de euforia, sedación y relajación.
- Alteraciones de la percepción del tiempo (se tiene la percepción de que el tiempo pasa más lentamente) y de la memoria reciente.
- Actividad analgésica (reducción de la percepción del dolor) y antiinflamatoria.
- Acciones sobre el tono muscular y la coordinación motora.
- Actividad orexígena (aumento del apetito) y antiemética (contra el vómito).
- Disminución de la presión intraocular.
- Hipotermia (reducción de la temperatura corporal).
- Acciones sobre el aparato respiratorio.
- Efectos cardiovasculares (afecta a la presión arterial y a la frecuencia cardiaca)
- Efectos neuroendocrinos (disminución de la liberación de diferentes hormonas sexuales e incremento de la liberación de hormonas relacionadas con la respuesta al estrés)
- Efectos antiproliferativos (inhibición del crecimiento tumoral)
Los beneficios terapéuticos de los cannabinoides están reconocidos por la comunidad científica para personas enfermas de cáncer que siguen tratamiento con quimioterapia, para reducir las náuseas y los vómitos, para la espasticidad –en la esclerosis múltiple–, para el tratamiento de diversas enfermedades inflamatorias, síndromes de anorexia y caquexia, y otros. Estos tratamientos sólo se usan cuando los fármacos empleados habitualmente no son efectivos, es decir, no son fármacos de primera línea.
Que el cannabis pueda utilizarse como medicamento no implica que su consumo sea recomendable para personas que no padecen estas patologías.
De hecho, lo mejor es no tomar ningún medicamento; señal de que se tiene buena salud.
De hecho, lo mejor es no tomar ningún medicamento; señal de que se tiene buena salud.