HISTORIA DEL TABACO

Origen

El 28 de octubre e 1492, Rodrigo de Jerez y Luis de la Torre, dos compañeros de Cristóbal Colón, fueron los primeros occidentales que vieron a los indios fumando tabaco. Rodrigo de Jerez los imitó en seguida, sin sospechar que de regreso a su tierra habría de ser encarcelado por la Santa Inquisición acusado de brujería puesto que "sólo el diablo podía dar a un hombre el poder de sacar humo por la boca".
Antes de la llegada de los españoles, en todo el continente americano los indígenas consumían el tabaco con fines tanto rituales como terapéuticos. Lo enrollaban en forma de puro, lo envolvían en hojas de maíz a manera de cigarrillo o lo fumaban en pipa. También solían incluirlo en jarabes para beberlo. El tabaco era una planta mágica para los pueblos prehispánicos de México porque "hace visible el aliento".
Los europeos comenzaron a incorporarlo a sus costumbres hasta el siglo XVII, a raíz de la "cura" que logró Jean Nicot de las migrañas de Catalina de Médicis, esposa del rey Enrique II de Francia. En aquel entonces el tabaco era llamado hierba santa o hierba para todos los males porque se recomendaba casi indiscriminadamente para todo tipo de padecimiento.


Las funciones sagradas de los antiguos ritos del tabaco

El fuego era reconocido por los antiguos habitantes de América como un transmutador y liberador del poder de ciertas sustancias. Consideraban que hacía las cosas más activas que pasivas y liberaba la esencia de las substancias. Por eso es que quemaban y fumaban una gran variedad de sustancias. Tenían diferentes mezclas fumables dependiendo de las necesidades del ritual y de la estación. Muchas de las variedades utilizadas se han extinguido o sus propiedades han sido olvidadas.
El tabaco sólo constituía entre el 5 o máximo el 10% de la mezcla para fumar. Los antiguos habitantes creían que las plantas nativas de las distintas regiones estaban creadas por los espíritus de la naturaleza para satisfacer las necesidades específicas de las personas y animales nativos de cada área, por eso es que las diferentes tribus hacían uso de diferentes plantas, dependiendo de cuáles eran las que cracían en la localidad y del propósito de la ceremonia. Los chamanes eran quienes sabían cuáles usar en cada ocasión.
La salvia, de la cual hay por lo menos 20 distintas variedades, era considerada especialmente útil en los rituales de las mujeres. Otros ingredientes comunes eran lavanda, girasol, cortezas de distintos árboles y plantas secas y pulverizadas con propiedades psicoactivas.
Cada una de ellas era recogida con reverencia por los chamanes que sabían cuáles eran sus poderes, cuándo podían ser recolectardas y cómo secarlas al sol para que absorbiera sus propiedades energéticas. En los rituales de preparación, el tabaco y todas estas plantas eran alteradas, purificadas y elevadas de vibración con la ayuda de lasplegarias e invocaciones a los espíritus. Además, las piedras con las que tradicionalmente se manufacturaban las pipas eran en sí mismas transformadoras de la energía del tabaco y las demás plantas. Esto era parte del ritual y parte de lo que las hacía efectivas, ya que actúaban químicamente como liberadoras de las sustancias psicoactivas de ciertas plantas. Todo esto está consignado en el libro de Black Elk: The Sacred Pipe, the smoking rites of the Siux (17).
Otra parte importante de la sacralidad de fumar era que se realizaba en grupo, dentro de una ceremonia, para estrechar los lazos entre unos y otros. Esto se hacía para mezclar e integrar las energías al inhalar el mismo humo. Al término de una guerra tribal, pasar la pipa de la paz era una forma de cimentar la unión, de dejar ir las diferencias.



La hierba del diablo


Cuando el tabaco llega a Europa, muchos ven en él un pecado al relacionarlo con un pasaje bíblico en el que se dice que todo lo que sale de la boca del hombre le mancha. En 1603, Jacobo I de Inglaterra prohíbe el tabaco "cuyo humo negro y apestoso evoca el horror de un infierno lleno de pez y sin fondo". En Rusia, el zar Miguel Fedorovich hace cortar la nariz de los tomadores de petún (antigua forma de nombrar al tabaco rapé). La Iglesia actúa también y en 1621, Urbano VIII excomulga a los fumadores culpables de usar «una sustancia tan degradante para el alma como para el cuerpo». Todas esas consideraciones pueden parecer risibles, pero expresan la importancia simbólica de la acción de fumar.
Con todo y excomunión el acto de fumar, tal como el acto de la fornicación, resulta una actividad común durante aquellas épocas. Hizo falta que un jerarca cayera en tentación para erradicar el estigma demoniaco que durante más de un siglo pendió sobre el tabaco. En 1732 el Papa Benedicto XIII, un fumador empedernido, revocó los edictos que prohibían su uso. Obviamente esa normatividad sólo aplicó en tierras cristianas, por lo que a principios del siglo XVII, mientras Europa central comenzaba a explorar los efectos terapéuticos que se atribuían al tabaco, Rusia, Turquía y China aún castigaban a los fumadores con pena de muerte.
El consumo del tabaco fue aumentando paulatinamente en Europa, aunque (dato curioso:) durante todo el siglo XVIII, el tabaco no se fumaba sino que se inhalaba por la nariz pulverizado, particularmente entre las clases altas. Fue la época dorada del llamado rapé. En Inglaterra, la reina Carlota era conocida por su adicción al rapé, y en Francia, Napoleón consumía casi cuatro kilos de rapé al mes...




El tabaco de Virginia y los fallidos intentos por prohibirlo

Los españoles mantuvieron el monopolio del tabaco durante más de 100 años puesto que la planta provenía exclusivamente de sus colonias. Las pipas que se usaban en esos tiempos tenían cazoletas pequeñas destinadas a economizar las hojas de tabaco que literalmente valían su peso en oro. La codicia propició que en 1610 los ingleses enviaran a John Rolfe a colonizar la región ahora conocida como Virginia, en los Estados Unidos. Rolfe sembró algunas semillas que pronto fructificaron y fue así como el tabaco pasó ser la mina de la cual se extraería la riqueza de la colonia. Pronto se sumaron al cultivo los territorios de Maryland y Carolina, de tal manera que para 1619 en Londres se vendía tanto tabaco de Virginia como de las colonias españolas.
En los Estados Unidos el uso del cigarrillo empezó a ser significativo hasta 1883, año en que se introdujo al mercado la máquina para fabricarlos. Antes de esta fecha el tabaco se mascaba (de hecho, hasta 1945, era obligatorio poner escupideras en todos los edificios públicos de ese país). El nuevo hábito de sacar humo por la boca atrajo la atención de los grupos conservadores y a partir de 1890 parte de la Women's Christian Temperance Union enfiló sus baterías hacia el tabaco organizando una campaña contra su uso. Los antitabaquistas obtuvieron algunas victorias legislativas. Entre 1895 y 1921 catorce estados prohibieron la venta de cigarrillos. El entusiasmo fue tal que en 1920 la lidereza del movimiento anunció su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos basada en la que bien podría ser considerada como una plataforma electoral antinicotínica: "La decadencia de España comenzó cuando los españoles adoptaron los cigarrillos y si este pernicioso hábito se propaga entre los adultos americanos, la ruina de la República está al alcance de la mano." No obstante, tal como lo admite un estudio sobre la Historia de la Regulación del Tabaco sufragado por el propio gobierno norteamericano el intento de prohibición fracasó debido a la omnipresencia de la industria del tabaco, la necesidad de nuevas fuentes estatales de ingreso y la prevalescencia y popularidad del fumar cigarrillos combinada con la frustrada campaña anti-tabaco. Para 1927, los catorce estados que prohibieron el tabaco cambiaron sus reglamentos por substanciales alzas en las tarifas de impuestos sobre su venta.
Para justificar este proceder, el Congreso aprobó medidas reglamentarias para regular la cantidad de nicotina y alquitrán que deberían contener los cigarros y estableció una edad mínima como requisito para adquirirlos (entre 15 y 21 años, dependiendo de las legislaciones estatales). En 1962 el ministerio de Agricultura americano se lanzó a fomentar el consumo del tabaco en el extranjero, subvencionando generosamente a los estudios de Hollywood para que los guionistas inserten escenas capaces de estimular la costumbre. Tres años después, cientos de toneladas de tabaco excedentes de cosechas pasadas se incluyeron como aportación americana en el programa internacional "Comida para la Paz".

No fue sino hasta 1964 cuando las compañías tabacaleras se vieron obligadas a incluir leyendas en los paquetes de cigarrillos para advertir a los consumidores sobre los riesgos para la salud en términos generales. Cosa que no rindió los resultados esperados por los prohibicionistas en vista de que un estudio posterior de la Federal Trade Comission tuvo que reportar al Congreso: «Virtualmente no hay evidencia alguna de que la regulación sobre advertencias en los paquetes de cigarrillos haya tenido algún efecto significativo.» Para corregir esto, la Comisión propuso que la reglamentación sobre los paquetes de cigarrillos incluyera información sobre las cantidades de alquitrán y nicotina y leyendas más específicas como: «Precaución: fumar cigarrillos es peligroso para la salud. Puede causar la muerte por cáncer y otras enfermedades»; cosa que por supuesto tampoco ha contribuido a disminuir el consumo. Actualmente en los Estados Unidos se estima que los fumadores de tabaco mayores de 17 años ascienden a 45.9% de la población masculina y 30.5% de las población femenina.